«MÁTAME. SI ALGUNA VEZ HAS
SIDO MI AMIGO, MÁTAME». Desde hace tres semanas, Thomas vive en una habitación
sin ventanas, de un blanco resplandeciente y siempre iluminada. Sin reloj y sin
contacto con nadie, más allá de las tres bandejas de comida que alguien le
lleva a diario (aunque a horas distintas, como par a desorientarle). Al
vigésimo sexto día, la puerta se abre y un hombre le conduce a una sala llena
de viejos amigos. —Muy bien, damas y caballeros. Estáis a punto de recuperar
todos vuestros recuerdos. Hasta el último de ellos.
lunes, 3 de marzo de 2014
La Cura Mortal
«MÁTAME. SI ALGUNA VEZ HAS
SIDO MI AMIGO, MÁTAME». Desde hace tres semanas, Thomas vive en una habitación
sin ventanas, de un blanco resplandeciente y siempre iluminada. Sin reloj y sin
contacto con nadie, más allá de las tres bandejas de comida que alguien le
lleva a diario (aunque a horas distintas, como par a desorientarle). Al
vigésimo sexto día, la puerta se abre y un hombre le conduce a una sala llena
de viejos amigos. —Muy bien, damas y caballeros. Estáis a punto de recuperar
todos vuestros recuerdos. Hasta el último de ellos.
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